El adicto sexual actúa de manera solitaria.. Esto no siempre quiere decir que es hecho mientras físicamente esté solo. El adicto está separado mental y emocionalmente y separado de una relación humana estable. El momento que para toda persona es el mas personal, se vuelve completamente impersonal.
El adicto sexual es absolutamente reservado. Los adictos sexuales desarrollan una doble vida, practicando la masturbación, yendo a tiendas de pornografía, en Internet, yendo a casas de masajes, todo el tiempo escondiendo de otros lo que están haciendo y, en cierto sentido, incluso de sí mismos.
El adicto sexual carece de intimidad con otra persona de manera genuina. Los adictos sexuales son completamente enfocados en si mismos. Su propia obsesión no les deja espacio para estar con otros.
El adicto en su actividad sexual es carente de relación. El sexo adictivo es “solo sexo”, sexo para si mismo, sexo divorciado de interacción auténtica con personas. Esto es más claro con respecto a fantasías, pornografía, y masturbación. Pero incluso con respecto a relaciones sexuales que involucran a una pareja, la pareja no es realmente una “persona” sino una cifra, una parte intercambiable en un proceso mecánico casi impersonal.
El adicto sexual provoca victimas. La obsesión abrumadora en la búsqueda de su satisfacción impide a los adictos ver los efectos perjudiciales que su comportamiento provoca en otros, e incluso consigo mismo.
El camino de un adicto sexual termina en desesperación. Cuando parejas casadas hacen el amor, ellos se sienten más realizados por haber tenido la experiencia. El adicto sexual termina con un sentimiento de culpa, lamentando la experiencia. En lugar de hacerlo sentir realizado lo deja vacío.
El adicto usa la sexualidad para escapar del dolor y/o los problemas. La naturaleza escapista del adicto sexual es a menudo uno de los indicadores más claros de que está presente.
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